Escogí para iniciar
esta exposición, la expresión dios-prótesis utilizada por Freud en el
capítulo III de El malestar en la cultura(1930):”El hombre se ha
convertido en una suerte de dios-prótesis, por así decir, verdaderamente
grandioso cuando se coloca todos sus órganos auxiliares...” Freud constata en
este tramo de su reflexión el movimiento doble de alienación del hombre inerme
al encarnar en sus dioses ideales la omnisapiencia y omnipotencia, para
proceder, por efecto de los descubrimientos tecnológicos, a encarnar él mismo
ese lugar idealizado. Si bien permanece a la espera de nuevas tecnologías que
perfeccionen más su relación con su cuerpo y con la naturaleza, no obstante lo
constata Freud (1)“...el ser humano de nuestros días no se siente feliz en su
semejanza con un dios”. La advertencia que se manifiesta en esta
observación es la de que la ciencia no
alcanza a cubrir el campo del deseo en los humanos y que el tejido cultural es
una compleja resultante de las variables de la utilidad, el placer y la evitación del dolor y algo que
va más allá de la necesidad que es el
deseo.
La evitación del
dolor y la búsqueda de placer son los movimientos espontáneos del organismo y
constituyen, precisamente, la vía mediante la cual la criatura humana indefensa,
configura al prójimo como auxiliador y como hostil. El proceso de socialización
humana se lleva a cabo en el ámbito del lenguaje. El desarrollo tecnológico es
una consecuencia de la lucha contra las adversidades de la naturaleza y de la
protección de la fragilidad del organismo. En el momento en que Freud escribe El
malestar en la cultura, en el intermedio de las dos grandes guerras, se
asiste al auge tecnológico signado por los progresos en las comunicaciones
tanto aéreas como marítimas, pero también a una acumulación armamentista
amenazante, especialmente con el desarrollo de la energía atómica. La figura
del dios-prótesis tiene para Freud un cierto acento trágico, hay un eco del
destino de Ícaro y su doloroso fin...
Podemos constatar que no hay evento histórico sin compromiso del cuerpo. Es una perogrullada, pero se hace necesario demostrar cuál es el nivel de compromiso del cuerpo como tal. Desde la enseñanza de Lacan sabemos que el organismo se corporiza por el efecto del significante y produce el cuerpo, y que un conjunto de significantes circunscribe un sentido constituyendo un discurso. Preguntarse por el cuerpo, es interrogar el discurso reinante en ese momento histórico. Conocemos el lamento paulino frente al cuerpo como fardo que obstaculiza los deseos del alma: “¡Pobre de mí!¿Quién me liberará de este cuerpo mortal que me lleva a la muerte? (Rom.7-24). Muchas doctrinas orientales buscan deshacerse de los deseos para liberar el cuerpo de anhelos y sufrimientos. El cristianismo continuó el debate de los pitagórico sobre la purificación del alma de su existencia pecaminosa en el cuerpo. Los debates sobre la virginidad y las dietas hacían parte de la aspiración a la unidad con la belleza y esplendor del Uno. En ese sentido podemos evocar los nombres de Plotino, su biógrafo Porfirio y los debates entre este “pagano” con Orígenes el gran exegeta cristiano del siglo tercero quien se castró para resistir el embate de su sexualidad y sostener con su ejemplo la superioridad de la ascesis cristiana. El fundamento dogmático del cristianismo es la afirmación que al menos uno resucitó de entre los muertos. La muerte es para todos, pero al menos uno superó la condición mortal. El cuerpo resucitado y glorioso se constituye en la meta de destino de los cuerpos cristianos en la parusía. En el ámbito cristiano la celebración eucarística evoca el “cuerpo de Cristo”. Su carne y su sangre son parte de la cena pascual...
Podemos constatar que no hay evento histórico sin compromiso del cuerpo. Es una perogrullada, pero se hace necesario demostrar cuál es el nivel de compromiso del cuerpo como tal. Desde la enseñanza de Lacan sabemos que el organismo se corporiza por el efecto del significante y produce el cuerpo, y que un conjunto de significantes circunscribe un sentido constituyendo un discurso. Preguntarse por el cuerpo, es interrogar el discurso reinante en ese momento histórico. Conocemos el lamento paulino frente al cuerpo como fardo que obstaculiza los deseos del alma: “¡Pobre de mí!¿Quién me liberará de este cuerpo mortal que me lleva a la muerte? (Rom.7-24). Muchas doctrinas orientales buscan deshacerse de los deseos para liberar el cuerpo de anhelos y sufrimientos. El cristianismo continuó el debate de los pitagórico sobre la purificación del alma de su existencia pecaminosa en el cuerpo. Los debates sobre la virginidad y las dietas hacían parte de la aspiración a la unidad con la belleza y esplendor del Uno. En ese sentido podemos evocar los nombres de Plotino, su biógrafo Porfirio y los debates entre este “pagano” con Orígenes el gran exegeta cristiano del siglo tercero quien se castró para resistir el embate de su sexualidad y sostener con su ejemplo la superioridad de la ascesis cristiana. El fundamento dogmático del cristianismo es la afirmación que al menos uno resucitó de entre los muertos. La muerte es para todos, pero al menos uno superó la condición mortal. El cuerpo resucitado y glorioso se constituye en la meta de destino de los cuerpos cristianos en la parusía. En el ámbito cristiano la celebración eucarística evoca el “cuerpo de Cristo”. Su carne y su sangre son parte de la cena pascual...
Cada época trata los
cuerpos de una manera particular. Imprime un estilo en el tratamiento del
cuerpo que la distingue de otras épocas. Los historiadores de las mentalidades
se ocupan de las prácticas sociales y las formas de tramitación de los cuerpos
y sus necesidades. Estudian la moda, la culinaria, la alcoba, los retretes, los
funerales etc. Se trata de una pesquisa prácticamente inagotable que luego se
vuelve sorprendente cuando se introduce la comparación y lo transcultural. No
deja de ser divertido conocer las costumbres alimenticias en otras latitudes.
Las formas del amor de otras culturas llenan bibliotecas y enciclopedias... en
fin, el cuerpo en sus distintas manifestaciones.
Examinar los usos de cuerpo actualmente, supone precisar el discurso dominante. Es un lugar común entre nosotros repetir que los elementos dominantes del discurso que nos habita están determinados por la alianza lógica entre ciencia, aplicación tecnológica y capital. Para desarrollar la investigación se requiere capital, y para obtener lucro de los desarrollos, se hace necesario ampliar el mercado de los objetos que se producen. Se trata de una cadena consistente que se amplía y genera su propia reproducción sin límites...No me ocupo de las consecuencias políticas de la identificación entre mercado y democracia pues exceden el propósito de la exposición, no obstante tendré que mostrar los efectos de las leyes del mercado sobre el cuerpo y, por consiguiente, las consecuencias de tipo ético que de ahí se deducen. La proposición usos del cuerpo, es de por sí, una proposición comprometida ideológicamente dado que el verbo usar nos remite a una operación de manipulación de cosas. El cuerpo queda así atrapado en el circuito de los usos instrumentales y de las relaciones de intercambio del mercado: clonación, reproducción asistida, venta y tráfico de órganos, registro comercial del genoma, grandes transnacionales de los medicamentos...En otras palabras, los cuerpos como valor de cambio.
Examinar los usos de cuerpo actualmente, supone precisar el discurso dominante. Es un lugar común entre nosotros repetir que los elementos dominantes del discurso que nos habita están determinados por la alianza lógica entre ciencia, aplicación tecnológica y capital. Para desarrollar la investigación se requiere capital, y para obtener lucro de los desarrollos, se hace necesario ampliar el mercado de los objetos que se producen. Se trata de una cadena consistente que se amplía y genera su propia reproducción sin límites...No me ocupo de las consecuencias políticas de la identificación entre mercado y democracia pues exceden el propósito de la exposición, no obstante tendré que mostrar los efectos de las leyes del mercado sobre el cuerpo y, por consiguiente, las consecuencias de tipo ético que de ahí se deducen. La proposición usos del cuerpo, es de por sí, una proposición comprometida ideológicamente dado que el verbo usar nos remite a una operación de manipulación de cosas. El cuerpo queda así atrapado en el circuito de los usos instrumentales y de las relaciones de intercambio del mercado: clonación, reproducción asistida, venta y tráfico de órganos, registro comercial del genoma, grandes transnacionales de los medicamentos...En otras palabras, los cuerpos como valor de cambio.
Para el propósito de
mi exposición me he centrado en el campo que algunos denominan cibercultura
significante que se fue abriendo paso hasta hacer parte del campo semántico que
se relaciona con otros significantes
como cibernauta, ciberespacio,
Internet... Este último tuvo su origen en la Universidad de California en l969
a partir del proyecto denominado ARPA (Agencia de Proyectos Avanzados de
Investigación). Actualmente sus usuarios
completan más de los treinta millones en el mundo y en proceso de crecimiento
progresivo. De tal forma que se asocia su desarrollo futuro a un elemento vital
contra la pobreza mundial...Tema candente. De todas formas, y para lo que nos
concierne, el Internet ha producido varios hechos que afectan directamente los
cuerpos: la efimerización del trabajo, la inmaterialidad de los bienes, la
posibilidad del intercambio de imágenes y palabras desde una perspectiva que va
de lo íntimo hasta lo anónimo. Se puede hacer circular la imagen del cuerpo en
forma erótica y dentro del anónimo mundial para entrar en los ámbitos más
privados e íntimos. Por la red circulan los cuerpos y sus ofertas comerciales.
Paradójicamente, la exacerbación de la imagen ha producido un desvanecimiento
del cuerpo. La pantalla ha creado la impresión de un más allá real. En ese
sentido la películas y novelas de ciencia ficción se anticipan a mostrarnos lo
que vertiginosamente se dispersa en el ciberespacio, es decir los cuerpos
articulados y desarticulados. En esa dirección Hans Moravec teórico de la
inteligencia artificial asegura que se está entrando en un universo
“postbiológico” en el cual la similitud de la vida robótica liberará a los
humanos de la debilidad de la carne.(2)
El campo de la
ciencia ficción tiene un elemento muy llamativo, mientras más desarrolla la
perspectiva del futuro, más parece crear una nueva teología. El enigmático
monolito de 2001: odisea del espacio,
no tiene nada que envidiar a las reflexiones
de la escatología cristiana con su punto omega como encarnación eterna del
UNO: La supercomputadora. En la cima del
desarrollo de estas utopías se acaba encontrando el pensamiento teológico. La
teleología cristiana y la creencia en un desarrollo sin límites del pensamiento
científico hacen alianza con la publicidad y el mercado para crear una teología
secular. De teología en teología los humanos se las arreglan con lo real de la
muerte y lo contundente del goce.“Retórica de lo sublime teológico” denominó el ensayista Leo Marx esta mezcla de ficciones, utopías y
promesas, himnos al progreso “...que emergen como la espuma de una marea de
exuberante introspección barriendo todas las dudas, los problemas y las
contradicciones”(3).
De la misma manera
como esta explosión tecnológica crea su teología, tiene su apoyo epistemológico
en el post-estructuralismo de origen francés, para el cual los sistemas de
pensamiento de occidente se fundamentan en oposiciones binarias de las cuales
cuerpo/mente; masculino/femenino;
materia /espíritu; razón/emoción; natural/artificial y otros, se fundamentan en
la dominancia del primer término sobre el segundo del binario alcanzando el
sentido por exclusión. La ficción del
ciborg ,( el híbrido de organismo y máquina), ha dado pié a una polémica
tanto ontológica como política conducida por mujeres militantes de cierto
feminismo. Donna Haraway (1991) con el “Manifiesto ciborg” responde a
las críticas de otras escritoras feministas que atacan la tecnología por ser un
producto militarista y machista y propone que el ciborg es la nueva ontología
que “Reúne en un mismo cuerpo el mecanismo y el organismo, la naturaleza y la
cultura, el País del Mañana y la Arcadia, el simulacro y el original, la
ciencia ficción y la realidad social.” La autora convoca a las feministas para
desestabilizar el poder patriarcal aprovechando las posibilidades de
extralimitación del ciborg. Esta ficción es producto, según ella, del “placer que procuran...las fusiones
violentas y prohibidas”.”...Nuestras máquinas están inquietantemente vivas, y
nosotras mismas terriblemente inertes”.(4) Vuelve aparecer por debajo de estas
propuestas “ontológicas”, el UNO como
anhelo persistente del sujeto.
Es interesante
constatar que mientras el post-estructuralismo avanzaba con la deconstrucción
hacia la construcción de un Uno homogéneo, Lacan por la misma época, delimitaba
su enseñanza de los marcos estructuralistas para afirmar la existencia del
sujeto del inconsciente e indicar, a partir de la lógica del significante, que
la organización que se deduce de la relación de causa que tiene el lenguaje
sobre el inconsciente, mediado por la significación fálica, sostiene una
alteridad radical. Sin duda, que los avances tecnológicos tienen un impacto
sobre la “envoltura formal del síntoma” como bien puede verse hoy en la
proliferación de nuevas formas de estos.¿Cuál sería, pues, el lugar del
psicoanálisis frente a las nuevas formas del síntoma? ¿Basta con constatarlas?
¿O su posición, por el contrario, es esclarecer sus fundamentos y relacionarlos
con la experiencia inaugural del inconsciente como Freud y posteriormente Lacan
la retomó? El psicoanálisis no propone ni una ontología, ni una política. Su
posición es más bien crítica dada su postura ética. El recurso al sujeto como efecto de lenguaje,
sirve para advertir sobre las consecuencias
de propuestas en las cuales se propende por un rechazo de lo
inconsciente y de la castración. Por lo pronto, el ciborg es una nueva versión
totalitaria con vertiente racista, en tanto se pretende pasar de la
singularidad inédita, a un híbrido controlable y predecible a servicio del
Otro, el que para asumir ese lugar, debe disponer de los recursos financieros
para realizarlo, patentarlo, comercializarlo y reproducirlo. Las patentes del
genoma humano anuncian, sin necesidad de mucha ficción, los riesgos futuros. En
1949 en su escrito Acerca de la causalidad psíquica, Lacan advertía la
potencia de la imagen sobre los valores de la imago y el “ínfimo corte de la
libertad” y como “Un día se sabrá de encargos en serie de ideales a
prueba de la crítica; entonces, habrá adquirido todo su sentido el rótulo garantía
verdadera “()
Tenemos así dos
discursos antagónicos, uno, que a nombre de la tecnología suprime la alteridad,
y otro que introduce la diferencia como consecuencia de la oposición
significante. Del primer discurso se puede suponer el resultado final, un
híbrido ciborg a servicio del Otro. En otras palabras, el saber toma la
dirección y se constituye en un saber absoluto e indiscutible, una obediencia
perfecta, una eliminación del sujeto. Al suprimir el orden que introduce el
significante se hace existir el ídolo siniestro, el “Golem” imaginado en la
leyenda de la sinagoga de Praga. En otros momentos advirtió Lacan sobre el riesgo
del Yo autónomo de la psicología y lo compara a este muñeco siniestro. Un robot
que puede convertirse en una pesadilla.
La pregunta obligada,
entonces, será ¿Tiene el psicoanálisis una doctrina del uso del cuerpo? ¿Posee
un repertorio de mandamientos sobre el uso del cuerpo? ¿En qué se diferencia de
las religiones y otros saberes que recomiendan una ascesis en la relación al
cuerpo? En primer lugar, las religiones privilegian el espíritu, el alma. El
cuerpo es obstáculo. La resurrección de los cuerpos en el judeo-cristianismo,
se constituye en el horizonte de sus prácticas y disciplinas: el cuerpo
glorioso, purificado...El psicoanálisis constata la irreductibilidad entre la
pulsión y el significante y cómo ésta inadecuación
es efecto de la estructura del lenguaje. No hay significante que cubra lo real.
Entre la cosa y la palabra hay un efecto de pérdida irrecuperable. En la cadena
significante no encontramos sino oposición. Ningún significante representa algo
si no es en la oposición misma. En ese sentido el psicoanálisis desde su
postura ética se constituye en una crítica y una advertencia que convoca al
sujeto a mantener su radical irreductibilidad
al discurso del Amo. A sostener su estatuto de objetor al saber tiránico
del Otro de la ciencia. La ciencia es un mandato unívoco que prescinde del
sujeto y su deseo, para imponer un saber sin límites, es decir, la realización
de un goce oceánico y mortífero. Hay que advertir que en ningún momento se
trata de una oposición al saber, sino de advertir al sujeto sobre lo
irreductible de su deseo a simples determinaciones de la necesidad. Se trata de
preservar el amor y lo inédito del ámbito poético de lo humano. En este sentido
las advertencias de Heidegger resuenan con el mismo acento: preservar la casa
del ser frente al imperialismo del ente.
Las propuestas de la
cibercultura han entrado al comercio como ciborgasmo, en cuyas promesas
tecnológicas se ofrecen orgasmos ilimitados con sensaciones inéditas,
valiéndose de medios electrónicos. En la publicidad de un CD dice: “El futuro
del sexo está en este paquete”, al abrir el envoltorio se encuentran unas
ecogafas, un cibercondón y una grabación con ruidos orgiásticos acompañados de
imágenes y florida pornografía. El objetivo final de estas ofertas es el
desarrollo de prácticas autoeróticas para gozar ilimitadamente sin el Otro.
McLuhan(1951) el conocido filósofo de las comunicaciones escribe: “La
excitación y el sadismo son casi gemelos. Y para los que el acto sexual se ha
convertido en algo mecánico, mero encuentro y manipulación de miembros, siempre
queda un deseo inextinguible que se podría llamar metafísico, pero que no se
reconoce como tal y que se intenta satisfacer con el peligro físico y a veces,
con la tortura, el suicidio o el asesinato”(6).
Cuarentas años
después de los comentarios de Lacan y McLuhan, encontramos el número 10 de la
revista “neurozine” bOING-bOING (1990), está dedicada a ofertas sexuales tales
como: “Golosinas sexuales para mutantes felices”, en la portada está una joven
conectada para el placer a un enchufe de ordenador en el pubis y a dos aparatos
de serie B colocados en sus senos. Como esta hay múltiples ofertas de
“experiencias sexuales en la realidad virtual”, “conéctate a la expresión
erótica”, “Hardware: tu teléfono”, “Software: tus fantasías eróticas”.(7) Hay
que decir, sin embargo, que a pesar de lo bizarro de las ofertas futuristas y
electrónicas, no hay un verdadero descubrimiento, una verdadera perversión; no
es otra cosa que masturbación o fornicación simuladas pero acompañadas de la
cámara. Su variedad comercial revela lo inaprensible del deseo. Como lo
escribió McLuhan, “...un deseo inextinguible que se podría llamar
metafísico...”
Para el psicoanálisis
el goce no es más que repetición y transformación de lo pulsional del cuerpo.
La pulsión permite gozar del cuerpo como un falo, pero cuando se lo desarticula
del deseo y de la relación al Otro, lo
que retorna es la cruda realidad de la pulsión que revela la carne como amasijo
de órganos. Es conocida la expresión de Lacan de:[...]”lo que el sujeto no puede hablar lo grita por los poros de la
piel.” (Respuesta al comentario hablado de J. Hypolitte, Escritos I, p.
371)
He evocado en lo anterior, lo que podríamos
nombrar tres épocas del cuerpo, correspondientes a tres formas discursivas:
La primera corresponde a la
antigüedad pagano-cristiana en la cual
el cuerpo es considerado como el campo de batalla de la oposición entre los
impulsos de la carne y la pureza del alma. Para el cuerpo del esclavo no valen
estas consideraciones. El discurso de la esclavitud supone una condición de
objeto de usufructo al cuerpo del esclavo. El mensaje liberador del
cristianismo irrumpe en el discurso del amo esclavista y rechaza esta división
al identificar todos los cuerpos sin distingo como cuerpos redimidos y
prometidos a la resurrección final. No obstante, tanto el pensamiento griego y
romano clásicos, como el cristiano, están influidos por la enseñanza de
Pitágoras y Platón. Lo que se rechazó del amo clásico en la ciudad, se conservó
como aspiración en unos y otros hacia la unidad del Uno del esplendor de la
belleza y el bien. Se libró a los cuerpos de la ignominia del amo tirano, pero
se los sometió a una nueva tiranía, la ascesis y la renuncia a la carne. Los
desiertos se poblaron de penitentes flagelantes y castos...Las orgías de Baco
se transformaron en los goces de la lucha contra la tentación .Los
padecimientos de los cuerpos hambrientos tomaron el relevo de la bacanal. La
tentación pasó a ser un personaje. Las tentaciones de Cristo por el diablo,
fueron la imagen privilegiada por muchos siglos. El “Ecce Homo” vapuleado y
humillado, se convirtió durante el medioevo en el paradigma del cuerpo
prometido a la resurrección. Los pobres, leprosos y locos eran la señal
paradójica tanto del castigo por el pecado sexual, como la promesa de una vida
más allá de los cuerpos...
La segunda, podemos agruparla en el período del
Barroco, (1600-1750). Lacan se interesó particularmente en la pintura y escultura al relacionarla con la
obscenidad, como un intento fallido de dar cuenta de la relación sexual. No por
abundar hasta la fatiga en las redondeces de los cuerpos se alcanza “el alma de
la copulación”. En cierta forma, la alusión a la proliferación de los cuerpos
en el Barroco, le sirve a Lacan para mostrar un límite frente a la relación
sexual y la dimensión indecible de ésta:
“Donde eso habla, goza. Y no quiere decir que sepa algo, porque, después de
todo, hasta nueva orden, el inconsciente no nos ha revelado nada sobre la
fisiología del sistema nervioso, ni sobre el funcionamiento de la erección, ni
sobre la eyaculación precoz.”(Seminario Aun, p.139). Podemos concluir
con esta observación, desde la perspectiva de un discurso sobre el cuerpo, que
el Barroco se constituye es un intento fallido, en cuanto al continuar con el cristianismo con la
denegación de la cópula sexual. Incluir el cuerpo y hablar de él, no implica
que se incluya lo indecible de la relación sexual. Es más, la exhuberancia de
los cuerpos gozantes, son apenas un signo de eso que escapa, que queda fuera
del marco de la mirada.
La tercera, la denominé Cibercultura,
adoptando el significante que circula en los medios artísticos. Como su
composición lo indica, se trata de la cultura que se está generando como
consecuencia de los acelerados desarrollos en el campo de la informática, la
inteligencia artificial, la imagología, la robótica y la nanotecnología en su
aplicación al cuerpo. Tomaré como representante destacado a Stelios Arcadiou,
“Sterlac” máximo exponente del body-art cibernético. Muchos años antes del
desarrollo de la realidad virtual, experimentaba con instrumentos de
simulación con el propósito de
desarrollar sus postulados teóricos tomados de Marshall Mc.Luhan el conocido
filósofo de las comunicaciones de los años sesenta. McLuhan consideraba que la
extensión de un solo órgano de los
sentidos, altera la manera en que pensamos y nos comportamos.
Sterlac se ocupa de la construcción
prótesis como brazos adicionales y de la utilización de la electricidad del
sistema nervioso para producir luces propias, y también las pulsaciones del
corazón amplificadas para realizar sus performances. Su propósito es
mostrar la obsolescencia del cuerpo y cómo la invasión de la tecnología acaba
con la evolución del cuerpo para entrar en etapas avanzadas en las cuales: “
Una vez que la tecnología da a cada individuo la posibilidad de progresar
individualmente en su desarrollo como cosa, la cohesión de la especie ya no
tiene importancia”, para ilustrar su radical posición citaré una de sus
afirmaciones que se ha constituido en manifiesto:”Ya no tiene sentido
considerar el cuerpo como receptáculo del espíritu o del vínculo social, hay
que verlo más bien como una estructura para controlar y por modificar. El
cuerpo no como sujeto sino como objeto, no como objeto de deseo sino como
objeto de diseño”(10).
Así como él, hay
seguidores que utilizan su cuerpo para convertirlo en cuadro de diseños y
tatuajes biomecánicos en los cuales
mezclan figuras de culturas exóticas con imágenes que representan partes
internas del cuerpo como los tendones, los músculos y los huesos. Cirugías
plásticas para cambiar el rostro y convertirlo en una obra de arte famosa. No será necesario
abundar más sobre el tema, ya que la literatura es abundante y el lector puede
consultarla con las imágenes que testimonian de este movimiento.
Podemos ver que estas
épocas nos testimonian de un embarazo
con el cuerpo, se lo quiere superar, para alcanzar la unidad con el ideal de la
belleza (clasicismo); se lo exhibe, pero como anticipo de lo que podría ser un
cuerpo glorioso y exuberante, (Barroco), y finalmente, en la era de la ciencia
se lo convierte en objeto gozante. La relación sexual, suprimida o
escotomizada, sigue por fuera, insistiendo en su imposibilidad de ser escrita
Para el efecto de nuestro trabajo podemos señalar en esas manifestaciones, lo
que Lacan anticipó desde los años setenta, especialmente con la escritura del
discurso del capitalismo. El saber de la
ciencia se vuelve un saber anónimo, una voluntad de saber sin límites. Lacan
destacó la relación entre la verdad y el saber, el saber se manifiesta como la
articulación significante en la que se manifiestan los enunciados, mientras que
la verdad, en relación a lo
inconsciente, siempre está en condición de revelarse, de ser dicha. De ahí la formulación del
inconsciente como un saber no sabido, dada por Lacan en algún lugar. El saber
de la ciencia excluye la verdad, dado que la consistencia de este se sostiene a
partir de la lógica proposicional del V
ó F, mientras que la verdad en tanto determinada por lo inconsciente en
el sujeto, se le manifiesta, pudiendo consentir o no a ella. La ciencia se
convierte en una productora de objetos, alimentada por su constricción al saber
y por la solicitud insaciable de los sujetos inmersos en determinado discurso
del consumo. Se producen objetos supuestos satisfactores del deseo de sujeto
que tienen como característica su capacidad de simulacro para confundir deseo
con necesidad. De un lado, la producción
de objetos para el mercado y de otro, los sujetos deseantes buscando completar
su falta de gozar con el más de gozar de los objetos puestos a su disposición.
El rechazo del Sujeto como deseante, es decir, sometido a las leyes del
lenguaje, produce necesariamente la identificación del sujeto con un objeto más
del mercado. El cuerpo pasa de esta manera, a los circuitos de la economía del
mercado, colocándose como un objeto más. El código de barras, puede regular la
mercancía genoma. Ya hay quien haya registrado su genoma para usos
comerciales...Se produce, entonces, el rechazo del sujeto como efecto
significante, y el objeto en lugar de ser causa de deseo, llega a constituir al
sujeto puesto que en su enajenación al objeto , el sujeto es separado de su
cuerpo para entrar en la mudez.
En la Carta a los
italianos (1973) Lacan evoca el “clamor de la humanidad” para hacer relación
a la creciente angustia del sujeto contemporáneo. El analista recibe la demanda
de muchos sujetos enmudecidos por la maniobra efecto del discurso reinante. Sus
síntomas se expresan ruidosamente en sus cuerpos. El psicoanalista también
participa del mercado . Ahí hay una paradoja, puesto que el psicoanálisis, al
surgir como consecuencia de la ciencia, también participa en la producción de
un objeto particular para el mercado, entonces, ¿cómo mantener la diferencia
específica en relación a los aparatejos? Obviamente, la diferencia entre
un aparatejo que se sostiene por satisfacer la necesidad, y el objeto
que se busca esclarecer en un análisis como causa de deseo, hay diferencias,
pero los efectos del mercado sobre los sujetos, cada vez más los llevan hacia
la demanda de una intervención en sus cuerpos sin el compromiso del decir que
implica una consecuencia ética. Aquí se hace evidente la proliferación en el
mercado de ofertas psicoterapéuticas cada vez más ocupadas de los cuerpos. Este
hecho rotundo compromete no solamente el acto del psicoanalista como tal sino
la existencia del psicoanálisis.
El debate actual, por lo menos desde el psicoanálisis, no es una oposición a la tecnología, ni a la globalización. No son campos de su acción. Su ámbito se delimita al sufrimiento del sujeto y es ahí donde se justifica su postura ética de advertencia frente a la creciente frivolización del lazo social en donde los valores cínicos empujan los sujetos a la exclusión y segregación en caso de no adecuarse a los estándares del consumo. En este punto son agudas las observaciones de sociólogos como Lipovesky y Baudrillar y las advertencias de Michel Foucault sobre el creciente control sobre los cuerpos.
Juan Guillermo Uribe
Pasto, noviembre 28
del 2003
BIBLIOGRAFÍA
(1) Freud, S., “El malestar en la cultura”
O.C., t. XXI, Edit. Amorrortu, Buenos
Aires,1979, p.91
(2)
Dery, Mark, Velocidad de escape, Ediciones Ciruela, Madrid, 1998, p.15 (3) Dery, Mark, op.cit., p.17
(4) Dery, Mark, op.cit., p.268
(5) Lacan, Jacques, Acerca de la causalidad psíquica, Ediciones Homo Sapiens, Buenos Aires 1978, p.117
(6) Dery, Mark, op. cit., p.210
(7) Dery, Mark, op.cit., p. 211
(8) Dery, Mark, op.cit., p.184
NOTA: Como dato adicional quiero agregar una lista de significantes nuevos que pertenecen al campo semántico de la cibercultura:
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